Preparar nuestras fotos para que se vean mejor: 3. Consejos para imprimir

En los anteriores artículos hemos aprendido fundamentalmente a reescalar siempre al tamaño que queramos ver nuestras fotos y a aplicar nitidez adicional a la hora de colgarlas a la web para que queden más vistosas. En este último artículo terminaremos esta pequeña trilogía hablando de la impresión.

Cuando queramos imprimir una fotografía (ya sea en la impresora de casa o en la impresión profesional de un laboratorio) deberemos tener en cuenta siempre el tamaño de salida, es decir, los centímetros o pulgadas a los que queremos hacer la fotografía. Para ello, debemos hacer un reescalado adecuado de la imagen nosotros mismos. El porqué es bien sencillo si habéis entendido los anteriores artículos; si lo hacemos nosotros mismos tendremos un pleno control del proceso. En cambio, si dejamos este proceso en manos de terceros, la mayor parte de las veces lo realizarán de manera automática con diferentes programas (mejores o peores) lo cual se traducirá en una merma de la calidad y definición de nuestra foto, es decir, en menor nitidez. Ahora bien, para conseguir una copia óptima deberemos tener en cuenta una serie de aspectos distintos a los considerados en el remuestreo para web.

Lo primero que deberemos tener en cuenta es la relación de aspecto que tiene nuestro sensor de la cámara o, si la hemos recortado en PhotoShop, de nuestra foto. Actualmente, las proporciones más usadas en cámaras digitales son la de 4:3 (propia de marcas como Olympus y muchas de las compactas del mercado) y la de 3:2 (aspecto heredado de las tradicionales películas de 35 mm propio de marcas como Canon o Nikon y más característico en las cámaras réflex). Esto que a priori os puede sonar a chino es fácilmente deducible mediante una simple operación matemática. Dividiremos el mayor lado de píxeles entre el menor lado y el resultado debe ser igual o muy aproximado a la división de 4:3 (1'333) o 3:2 (1'5). La razón de por qué es importante esto es que la mayoría de los estándares en tamaño de impresión fotográfica se basan en estas dos proporciones. Así tendremos los tamaños basados según qué relación de aspecto tengamos (tomados como ejemplo de fotoprix):

  • Formato digital (4:3) - 10,2x13,6 - 11,4x15,2 - 12,7x16,9 - 15,2x20,2 - 20,3x27 - 30,5x40,5
  • Formato estándar (3:2) - 10,2x15,2 - 11,4x17,1 - 12,7x18,5 - 15,2x22 - 20x30 - 30,5x45

NOTA: Cada laboratorio -aunque intente ceñirse a los tamaños estándar- puede tener sus propias medidas alejadas de estas proporciones debido a los tamaños admitidos por su impresora o porque tenga otras proporciones adicionales (formato cuadrado, por ejemplo) por lo que es recomendable cerciorarse previamente de éstas. Así podemos tener 13x18 cm o 20x25 cm muy usadas habitualmente pero que no responden a ninguno de los anteriormente citados formatos.

Es también muy frecuente que los laboratorios usen unas medidas coloquiales pero no precisas a la hora de referirse a sus formatos de impresión obviando sus medidas reales (p.ejem: referirse al formato 15x20 cuando en realidad es 15,2x20,2); esto conlleva que nuestra foto no tenga las medidas acertadas y que por ese motivo pueda verse recortada parte de la foto.


Pongamos un ejemplo para que lo entendamos mejor. Supongamos que tenemos una fotografía que queremos ampliar al tamaño 20x25 cm y nuestra foto tiene 3168x4752 píxeles. Comprobaremos que la relación de aspecto no es equivalente puesto que la de la ampliación es de 1'25 (25 : 20= 1,25) y la de nuestra fotografía es de 3:2 (4752 : 3168 = 1,5). A la hora de llevarla a imprimir sin tomar medidas nos encontraremos con que nuestra fotografía estará recortada en los bordes. Para evitar esto la solución más obvia y sencilla es cambiar el tamaño de la ampliación a uno proporcional (p.ejem: 20x30 cm) o decir en nuestro laboratorio que nos la impriman a tamaño completo aunque esto dejará la foto con unos bordes blancos que necesitarán del uso de la guillotina. El problema surge cuando nosotros necesitamos concretamente ese tamaño porque lo queremos enmarcar en un marco que nos han regalado o nos lo han exigido en un concurso fotográfico. La solución es recortar nosotros mismos la parte de la fotografía que menos nos interese para asegurarnos que en el laboratorio no nos cortan ninguna parte importante de la composición.

Para ello abriremos nuestra imagen en PhotoShop y pulsaremos la herramienta recortar    que tenemos en el panel lateral de Herramientas. Se nos abrirá un menú superior donde pondremos la anchura y la altura buscadas (20x25 cm) para conseguir que cualquier recorte que hagamos mantenga siempre esa proporción (el resto lo dejaremos en blanco). Ahora con el cursor elegimos el recorte de la foto que queramos y pulsamos Intro y ya habremos obtenido nuestro recorte con la proporción 1,25.


NOTA: Cuando se trate de álbumes digitales tipo Hoffman deberemos averiguar bien las medidas de las hojas del álbum y recortar en proporción y reescalar; sino no lo hacemos así el propio programa lo hará y nos lo remuestreará con una calidad deficiente.


El siguiente punto es reescalar la foto recortada para evitar malas interpolaciones. Para ello, pulsamos en Imagen>Tamaño de imagen (o la combinación de teclas Alt+Ctrl+Q) y se nos abrirá el cuadro de diálogo que ya conocíamos. Sin embargo, ahora vamos a modificar uno de los apartados donde antes no hicimos nada que se llama Tamaño del documento y que es el que va a intervenir en la resolución impresa de la imagen; es decir, en las medidas finales a las que vamos a imprimir la imagen. Debemos insertar las medidas elegidas (Anchura: 20 cm y Altura: 30 cm) y en el apartado Resolución deberemos poner la resolución a la que trabaje nuestro laboratorio (se lo tendremos que preguntar) ya que ello va a influir a la hora de respetar el tamaño escogido; lo mejor es utilizar la resolución final de la máquina  y si no la conoces utilizar una resolución mayor antes que menor (mejor hacer diezmado -desechar píxeles-, que interpolado - inventar píxeles-) ya que sino nos hallaríamos con la pertinente pérdida de calidad y/o nitidez que esperábamos evitar. Si no tenemos esta información pondremos 300 píxeles/pulgada (ppi o Pixels Per Inch) ya que es un valor que siempre nos dará una calidad profesional; algunos laboratorios trabajan con otras resoluciones (con 254 ppi o con 360 ppi) pero la mayoría de reveladores láser e impresoras de sublimación de tinta trabajan con 300 ppi, con los que os aseguraréis siempre una calidad óptima puesto que una mayor resolución no va a ser capaz de detectarlo el ojo humano en la copia impresa (el poder de resolución del ojo humano es la capacidad que tiene de percibir por separado dos puntos pequeños y adyacentes y está entre 0'1 y 0'2mm a una distancia de 25cm de media -a menos no podrá enfocar el ojo-; esto quiere decir que para ver dos puntos separados entre sí éstos deben estar como mínimo a esa distancia; de ahí sale la resolución ideal de 254ppi: 10 píxeles(=puntos distinguidos)/mm x 25'4 mm/pulgada). Eso sí, al no saber a cuanta resolución trabaja el laboratorio el ajustar las medidas nos va a dar igual, sólamente nos preocuparemos por mantener la proporción.

NOTA: Cuando se trata de pantallas de ordenador o TV la cosa cambia puesto que las antiguas de tubo de imagen (CRT) no llegaban más que a 72 ppi mientras que las actuales LCD suelen alcanzar los 96 ppi. Es por esto que para visualizarlas en monitores nos va a dar igual tener cifras mayores puesto que lo máximo que alcanzan son éstas.

Deberemos marcar además las tres casillas de abajo y remuestrear en el modo que corresponda según si hacemos diezmado o interpolación. Pulsamos OK y ya tendremos lista nuestra foto para el laboratorio.



Muchas fotografías pierden algo de nitidez en la impresión y es necesario darles un enfoque sobreañadido. Para ello existen multitud de métodos y gustos contándose entre los más populares la máscara de enfoque, el enfoque suavizado o el enfoque por filtro de paso alto, que veremos más adelante en otro artículo que trate expresamente sobre el enfoque en digital. Podéis, mientras tanto, probar resultados con el enfoque suavizado como explicábamos en el anterior artículo o con este videotutorial de enfoque para impresión con la técnica de Bruce Fraser, algo más complejo y orientado a fotografías que van a ser impresas a tamaño medio en una impresora de inyección a tinta.
Una cosa más que deberéis tener en cuenta, es que el enfoque tiene que ser ligeramente mayor al que consideramos como aceptable en el monitor ya que sino, a la hora de imprimir, apenas se notará. Además, dado que el proceso de enfoque es un proceso destructivo (se acentúan bordes mediante contraste eliminando información de los píxeles) se debe realizar siempre, y en todos los casos, como el último ajuste antes de guardar una fotografía.

NOTA: Por ello es importante conservar siempre el archivo original con su resolución en píxeles original puesto que a partir de él saldrán diversas copias para diferentes usos: web, ampliaciones, álbumes... a las que habremos aplicado diferentes modificaciones y tratamientos de enfoque.

Para concluir decir que el tema de la impresión fotográfica es extenso y complicado. Aquí os he dejado unas pequeñas pautas a seguir para que obtengáis buenos resultados. Sin embargo, un tema muy importante que hemos obviado es el referente a la gestión de color. El problema del color es muy delicado y está supeditado a muchos factores que influirán en que la copia nos salga con los mismos tonos que en el ordenador o incluso que lo que vemos en pantalla guarde la misma concordancia con lo que vimos en la realidad; de ahí, la disparidad de colores al ver nuestras fotos en uno u otro PC. Por el momento, intentad que queden bien procesadas y nítidas y que en el laboratorio donde las imprimáis no os dejen los tonos demasiado distintos. Yo os aconsejo para no liaros que trabajéis con el perfil de color sRGB que es el más estándar y compatible tanto para web como para impresión. Antes de guardar la imagen deberemos convertirla a este perfil. Para saber con qué perfil estáis trabajando y cómo cambiarlo tan solo debéis ir a Edición>Convertir en perfil y ahí veréis el Espacio de origen (con nuestro perfil actual) y el Espacio de destino (con el perfil que queremos aplicar); si el primero no es sRGB y es por ejemplo Adobe RGB 1998 deberemos marcar en el perfil de destino el sRGB. No olvidaros de dejar marcadas las pestañas como se ve en la imagen, sobre todo, el Propósito: Colorimétrico relativo.



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